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Una sociedad adulta

La asunción de José Mujica como presidente de Uruguay reafirma un hito en la historia de la democracia en esta parte del mundo. El país hermano puede mirar con orgullo el límpido proceso que lleva a Mujica a la primera magistratura, porque desde el inicio de la campaña pudo apreciarse un gran respeto entre los aspirantes y hacia la sociedad uruguaya n su conjunto.

A Uruguay se le abren excelentes posibilidades de crecimiento en el mediano y largo plazo, tanto por la calidad de sus gobernantes como por la claridad con la que manejaron sus procesos de cambio, acompañados por una sociedad adulta y responsable en su papel ciudadano. Ayudará a este proceso el buen manejo y desempeño del poder –no sólo en el plano interno, sino a nivel estratégico internacional- del nuevo mandatario.

Tabaré Vázquez dejó su lugar con más del 60% de popularidad y Mujica dará continuidad al proceso de confianza para la comunidad uruguaya y el empresariado. Mujica sabe que la inversión y el desarrollo en un clima de seguridad jurídica son la clave para solucionar los problemas sociales. Una ratificación de esto fue el discurso que brindó en la reunión mantenida con ejecutivos los primeros días de febrero en la que dijo: “Hay que cuidar el clima de inversión, porque la riqueza es hija del trabajo y el trabajo es inversión. Por eso decimos ¡Apuesten por Uruguay!”.

Claro que con este planteo y la seguridad de un clima de inversión y estabilidad, el país vecino resulta prometedor, porque donde existe estabilidad política y de las normas jurídicas arriesgarse se baraja como una posibilidad para empresarios locales y extranjeros.

 

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